En muchos de los posts anteriores de este blog hemos hablado de las medidas a nuestro alcance para frenar las emisiones de CO2 en el sector del transporte y por tanto mitigar posibles fenómenos de cambio climático, pero la dificultad de este objetivo nos hace plantearnos si el sistema de transportes que tenemos está adaptado a un posible cambio climático.
El cambio climático en los países de zonas templadas previsiblemente provocará un aumento de las temperaturas y un incremento de los fenómenos meteorológicos extremos, en este sentido los sistemas de transporte, como sectores claves para nuestras economías, deben dotarse de herramientas que les permitan prever problemas futuros derivados de las variaciones en la climatología a nivel mundial.
[ad#ad-1]Una buena adaptación de los transportes pasa por contar con sistemas adecuados de alertas meteorológicas que permitan conocer los fenómenos extremos que se produzcan (riadas, huracanes, tifones, tornados, temporales, olas de calor, etc.), para poder actuar con anticipación a dichos fenómenos y aminorar en la medida de lo posible sus efectos. Esta previsión es más complicada para un sector diseminado por el territorio como es el transporte, pero es necesaria para su correcto funcionamiento. El desarrollo de Internet y de la teledetección facilitan esta tarea posibilitando el conocimiento centralizado de procesos que pueden ocurrir a miles de kilómetros.
Otro elemento clave son las herramientas que permitan luchar contra fenómenos producidos por una mayor sequedad (sequías, erosión, etc.) y unas mayores temperaturas (incendios, olas de calor , etc.). Una buena adaptación pasa por contar con medios y estructuras capaces de atajar posibles situaciones de emergencia provocadas por estos fenómenos y que pueden paralizar los transportes como hemos vistos en algunas ocasiones.
Ante estos retos el transporte público se configura como un elemento esencial debido a la mayor capacidad de planificación y de organización que tiene para poder ofrecer soluciones a sus viajeros frente al transporte en automóvil privado que depende de la información y medios particulares de los usuarios. Desde el punto de vista de los modos, algunos como la aviación o la navegación pueden verse más afectados que otros modos terrestres (carretera y ferrocarril) con una mayor facilidad para resolver problemas de seguridad y dónde las previsiones entrañen menores incertidumbres.
Por estos motivos, las ciudades y países que cuenten con mejores redes de transporte público en los modos más resistentes presentaran una mejor situación de partida para poder adaptarse a los contratiempos ocasionados por posibles procesos de cambio climático.
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